OPINIÓN | El coronavirus es un pálido reflejo de esta podredumbre social que en el Ecuador apesta

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Autor: Joselías Sánchez Ramos / [email protected] / 2020-06-06.

Hola, amigos. Que me disculpe Alfaro porque inicie este análisis citando a la corrupción, es que, observo preocupado que el coronavirus es un pálido reflejo de esta podredumbe social que en el Ecuador, apesta. 

La fuerza de Alfaro, manabitas, no solo está en su lucha revolucionaria; también está en su pensamiento y ese es el pensamiento que los jóvenes deben asumir para superar la podredumbe social que apesta y las lecciones escolares que sobre Alfaro aún estamos repitiendo.

Es hora de superar el estereotipo del Alfaro machetero, del Alfaro viejo, del Alfaro del siglo XIX. Alfaro, es hoy, una lección permanente que las nuevas generaciones deben investigar, interpretar y ejercer. Confío en los jóvenes manabitas del siglo XXI.

Alfaro ha superado el siglo XX. En el siglo XXI, Alfaro se reivindica a sí mismo. 

Alfaro es un aprendizaje superior que está allí, en el cerebro de miles de jóvenes manabitas y ecuatorianos a quienes les ha enseñado que la libertad no se alcanza de rodillas y que la hora más negra es la que está próxima a la aurora.

Alfaro es el aprendizaje permanente; nos ha enseñado que el camino de la gloria requiere de sacrificios, que la perseverancia, dignidad y altivez son atributos ecuatorianos. 

Alfaro es el futuro. No es sólo la recordación. Alfaro es el nuevo sueño. No es solo la repetición de su epopeya. Alfaro es la vida de quienes han superado el odio para construir la paz desde cualquier lugar donde se ejerza la vida ecuatoriana. 

Alfaro es el “perdón y olvido” que proclamó al asumir el poder del Estado después de 31 años de derrotas. Hombre extraordinario. 

El líder africano, Nelson Mandela, después de sufrir 27 años de cárcel por orden de los blancos, asume la presidencia y proclama que Sudáfrica es un país de negros y de blancos que deben convivir juntos. 

Son hombres en quienes no cabe el odio porque están hechos para la inmortalidad. 

Alfaro supera su propia muerte. No tiene parangón en la vida histórica de la República del Ecuador. Alfaro es el hombre del optimismo y del valor. Es el hombre de la gloria y no de los complejos. 

Alfaro no pertenece a nadie en particular, pertenece a todos. Alfaro es manabita, es ecuatoriano y su legado forma parte de la historia y de la prognosis del Ecuador de hoy.

Alfaro es una realidad cuántica. Es una energía vibrante que surge de la tierra manabita para crear un entrelazamiento del universo ecuatoriano y ejercer una superposición en el ser y quehacer de su gente a quienes lega libertad para pensar y decir, a quienes lega laicidad para pensar y ejercer esta libertad. 

Es lo que reafirmo. Su legado no es el pasado, es el futuro, es ese construir una cultura de paz que reivindique la especie humana, es ese imperio de la libertad como atributo de la humanidad para ejercer y respetar derechos, cumplir deberes, asumir responsabilidades en el reconocimiento de la plurinacionalidad ecuatoriana. 

Alfaro es el vértice de la cosmogonía costeña del Ecuador.  Es la antítesis de la corrupción.

Alfaro vive, vive en mi cerebro, en mi corazón y en mis acciones, en mi familia y hermanos, en mis amigos, en mis hijos y en mis nietos. Alfaro vive en ustedes. Alfaro vive en cada ecuatoriano.

Soy un pensador alfarista. Me siento honrado de ser miembro de la Academia Nacional de Historia Alfarista. Me siento orgulloso de ser docente jubilado de esta extraordinaria academia del pensamiento latinoamericano: Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí. (Joselías, 2020-06-06)

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